Puede que esta sea la razón más argumentada para no adquirir un vehículo eléctrico. Y la más alejada de la realidad…
La mayoría de los vehículos eléctricos son más caros que los coches tradicionales, pero las ayudas estatales son mayores en el caso de los eléctricos. Aunque hay excepciones, antes de las ayudas un coche eléctrico del segmento más bajo es 8.000 y 10.000 euros más caro que uno diesel del mismo modelo y, en segmentos más altos, esa diferencia desaparece. Así que la primera impresión es que son más caros pero el coste de adquisición de un vehículo no eléctrico se acerca a la mitad de los costes totales que va a suponer su uso. El resto va repartido entre combustible, que es lo más caro, y los impuestos, seguros, averías, mantenimiento y revisiones.
En cuanto a impuestos y seguros, son equivalentes en cualquiera aunque algunos ayuntamientos aplican bonificaciones a los vehículos eléctricos, que pueden llegar al 95% en alguna población, dejando el impuesto de circulación —que es el que más coste va a suponer— casi gratis. En cuanto al seguro, algunas compañías tienen productos orientados a vehículos eléctricos con primas más bajas.
En lo relacionado con las averías, la experiencia dice que suelen tener menos averías por la mayor simplicidad de su motor y transmisión. Y en los componentes exclusivos de ellos, los eléctricos han demostrado una fiabilidad muy alta, con kilometraje fuera del alcance de sus equivalentes a gasolina o diésel.
Respecto al coste de combustible, eligiendo adecuadamente la tarifa eléctrica, el coste en el caso del coche eléctrico está muy debajo de un diésel poco potente que sería, como mínimo, 600 € cada 10.000 km, y que puede llegar fácilmente a 1.000 € en un modelo con más prestaciones.
Por último, el mantenimiento y revisiones de un coche eléctrico tiene un coste bastante más económico ya que no hay embrague ni correa de distribución. Tampoco hay que cambiar aceite ni filtros del motor y el gasto de otros componentes, como pastillas y discos de freno, es casi inexistente debido a la frenada regenerativa.