Puede que te plantees alguna razón para no comprar un coche eléctrico para justificar, a veces de forma realista, que un coche eléctrico no es adecuado para ti. Sin embargo, estas razones pueden estar fundadas en una información sesgada y poco fundamentada en hechos reales, o simplemente desactualizada. Aunque cada uno elige una razón para no comprar un coche eléctrico, ¿cuánto tienen de objetivas?
La que más se suele poner sobre la mesa es que contaminan tanto o más que los de gasolina/diesel porque la electricidad se genera quemando carbón y además, cuando haya que desguazar el coche, la batería es muy contaminante.
La primera afirmación es cierta… si nos limitamos a comtemplar ciertos países, muy pocos, por cierto. Y se podría decir que casi cierto porque, aunque se hiciesen emisiones de CO2, no se sufriría la contaminación en las ciudades. En España —y en la mayoría de la Unión Europea— las emisiones de CO2 se reducen fuertemente. En concreto, con los datos de 2019, en un 75% o, lo que es lo mismo, las emisiones de CO2 debidas a la electricidad que consume un coche eléctrico son una cuarta parte de las que produce un coche a gasolina/diesel.
En cuanto a las baterías, es cierto que tendrían un impacto enorme si simplemente se arrojasen al medioambiente. Pero esto no ocurre. Por un lado, por la legislación ya que no se puede hacer eso sin exponerse a multas de tal importe que empequeñecen el coste del reciclaje. Pero la mayor razón para reciclar las baterías es que están fabricadas con materiales tan costosos que es interesante recuperarlos para fabricar nuevas baterías. Y más interesante es recuperar esas baterías intactas para usos de almacenamiento de energía. Los fabricantes tienen sus propios programas de reutilización e incluso hay pequeñas empresas independientes que siguen los mismos pasos, reutilizando baterías no solo de automoción. De hecho, esta reutilización se está señalando como uno de los factores que más van a fomentar el desarrollo de la generación eléctrica libre de CO2.
Y, por último, existe la falsa creencia de que cada cierto tiempo o kilómetros hay que cambiar las baterías, siendo más caro que el propio coche. Este mito se ha demostrado falso con unidades que han llegado ya al millón de kilómetros sin cambio de batería. Aquello ocurría en modelos sin refrigeración activa de la batería —de los que ya apenas quedan—, que sí tienen tasas bien conocidas de degradación importante. Sin embargo los modelos lanzados recientemente cuentan con algún sistema de refrigeración para evitar estos problemas.